BCCCAP000000000000000000000176

de Asís; muchos la reprobaban y murmuraban del inconsiderado joven, así lo llamaban algunos; otros, por el contrario, admiraban en silencio la conducta de Francisco, su cambio en tan opuesta dirección a la que hasta entonces había seguido. Pasados los primeros momentos de inevitable confusión, p,ues ta– les radicales mudanzas los producen siempre, la ad– miración y la simpatía se convirtieron en poderosa atracción, queriendo muchísimos seguirle por el mis– mo camino de desprendimiento y entregamiento a Cristo. Las murmuraciones se tornaron en alabanzas y ]as risas en santa emulación. Mientras en los corrillos y tertulias se le criti– caba ásperamente, mientras se dudaba de la sinceri– dad de su conversión, de su alejamiento de las diversiones que antes había dirigido como Rey de Ja juventud, una joven de rancia nobleza y de un porvenir brillante, con la perspectiva de un matri– monio envidiable y prometedor de fascinadores en– cantos y envidiable felicidad, abandonaba secreta– mente y con frecuencia el palacio de sus padres para conversar con Francisco y consultarle lo que guar– daba oculto en su corazón y que a nadie hasta enton– ces había descubierto, y que nadie podia sospechar. Esta joven, célebre por su belleza y por su recato se llamaba C l a r a F a v o r o n e d e A s í s . De ella dirá después L a L e y e n d a : Codició robar a todo trance al mundo tan noble presa para entre– gársela a su S e ñ o r . Francisco lo intentó y lo consiguió plenísimamente; fu e I a más p re e lar a de sus conq,uistas para la caballería d e C r i s t o . De ella afirmará el Papa Inocen- 147

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz