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dando en todo momento a cuantos gozaban de su presencia las virt.udes del amigo ya glorificado. Vi– vía con la esperanza de verlo en el cielo en donde su amistad sería más hermosa y perfectamente di– chosa. DELICADEZA DE UN SANTO Francisco probó el manjar de almendras prepa– rado por M a d a m a J a c o b a ; pero se acordó al momento de su primogénito Fray Bernardo y exclamó: -Este manjar es bueno para Fray Bernardo. Avisadle que venga. Acepta el regalo que la amistad femenina le ofre– ce, lo prueba y la delicadeza de su P a d r e espi– ritual en Cristo le sugiere la idea de regalárselo a Fray Bernardo, el primer discípulo que siguió sus pasos. Y yendo y sentándose junto al lecho le dijo Fray Bernardo: -.«Padre, te suplico que me bendigas y me ma– nifiestes tu amor». Francisco, al escucharle, se enterneció; quiso mi– rarle pero no podía, estaba ciego. Extendió su brazo y lo posó sobre la cabeza de Fray Bernardo, lo palpó con ternura paternal y lo bendijo ampliamente. Hizo más Francisco, mandó a uno de sus compañeros di– ciéndole escribe lo que voy a decirte: -«El primer Hermano que Dios me dio fue Ber– nardo. Por esto y por otras muchas prerrogativas 142

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