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madamente delicada. Debía dar ejemplo a sus hijos en materia tan espinosa. * * * Muy cercano a la muerte se hallaba Francisco, extenuado por las enfermedades corporales y en gran parte por el doloroso sufrimiento que las llagas le producían. No se olvidó de su gran amiga Fray J a c o b a ; en el lecho de dolor recordó las viandas con que solía obsequiarle c.uando la visitaba, y a ella rec,urrió para que se las proporcionase. Quizás más que el alivio a sus dolencias pretendía Francisco co– municar a su piadosa amiga y discípula la proximi– dad de su muerte y lo mucho que deseaba verla, antes de partir, para despedirse y darle su bendición. La amistad de los santos es amistad humana san– tificada por el amor de Dios y esta amistad, mitad divina y mitad humana, tiene sus delicadezas, sabe muy mucho de oortesanías. Conoce a perfección los deberes que impone y trata de cumplirlos para no disgustar al amigo. Había bendecido paternalmente a sus hijos pre– sentes y ausentes; había bendecido a la h e r m a 1n a C l a r a y a sus hijas que en San Damián vivían encerradas y llorando la cercana muerte del a m a - d o P a d r e . Luego, piensa en su amiga de Roma, Fray J a coba , y se propone enviarle un cari– ñoso mensaje, anunciándole que, si quiere verle vivo, venga inmediatamente. 139

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