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JACOBA DE SIETESOLIOS Bella y encantadora la amistad de Francisco con otro corazón femenino, noble por su estirpe y toda– vía más noble por ~u virtud, de la que hizo profesión durante toda su vida y muy especialmente en su viudedad. Ese corazón femenino, que tan unido es– tuvo al de Francisco de Asís, se llamaba J a c o b a o G i a c o m i n a d e S i e t e so l i o s . El Santo se complacía en llamarla, en atención de su espíritu valiente y varonil, F r a y J a c o b a . Esta dama est:uvo m,uy compenetrada con el espíritu que guiaba a Francisco y, aun en medio de su vida de sociedad, de sus relaciones y de las riquezas y honores de que se veía rodeada, fue amantísima de la virtud, fue una cristiana en toda la significación de la palabra. Hoy la llamaríamos u n a c r i s t i a n a i n t e - gr a l . Noble por su cuna, muy joven contrajo ma– trimonio con el senador romano Graciano Frnngi– pani, perteneciente a muy esclarecida familia. Muy pronto quedó viuda, siendo madre de dos hijos. Francisco ardía en ardorosos deseos de predicar la fe a los infieles, es decir, a los sarracenos. Nada p,udo estorbar s.u decisión de pasar a Marruecos; el celo de la gloria de Dios y de su Cristo le impulsaba fuertemente. Mas antes de acometer tan grande em– presa se dirigió a Roma para solicitar del Sumo Pontífice su Bendición. Es de advertir que Francisco sentía veneración sumamente extraordinaria por el Papa, devoción que dejó en herencia a sus hijos. 137

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