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cinas y entre los burgos de u.na misma ciudad Y hasta entre las mismas autoridades eclesiásticas y ci– viles. Tal sucedía por aquel entonces en la c¡udad de Asís. Muy encontrados se hallaban entre sí 21 Obispo y el Podestá. Con motivo, pues, de una de estas disensiones públicas y enconadas luchas entre el Obispo de Asís y el Podestá de la ciudad, nuestro Santo añadió a su C á n t i e o d e l h e r m a n o S o 1 esta estrofa inspirada en sus grandes deseos de paz y reconciliación: Loado seas, mi Señor, por los que perdonan por soportan enfermedad y tribulación. [tu amor, Bienaventurados los que las sufren en paz, pues por Ti, Altísimo, coronados serán. Después mandó a dos de sus predilectos para que la cantasen en presencia del Obispo y del Podestá que vivían enemistados. Su efecto fue sorprendente, porque al oir la dulce entonación del C á n t i c o de 1 her m a ;no So l con su última estrofa invi– tando a la paz y concordia de los corazones en Cris– to se reconciliaron y firmamn las paces con un abra– zo cristiano de caridad. ¿Sería el Hermano León uno de los cantores que gozaron de la dicha de cantarlo en tal ocasión, con– siguiendo tan saludables efectos? Nuevo silencio de la leyenda histórica y nuevo encanto añadido a la fuerte amistad que unía a la O v e j u e l a d e D i o s , el Hermano León, con Francisco. 96

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