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Altísimo, omnipotente, buen Señor tuyos son los loores, la gloria, el honor y toda ben– A Ti sólo, Altísimo, convienen [dición. y ningún hombre es digno de hacer de Ti mención. * * * ¿Escribió Fray León esas estrofas mientras salta– ban alegres e inspiradas de los labios de Francisco, purificados por el fuego de los carbones del amor divino? ¿Trazó en el pergamino las modulaciones que s,u amigo santísimo imprimía a las palabras? No 1o sabemos y quizás esta ignorancia sea mejor y des– pierte más nobles sentimientos. Esa ignorancia deja ancho campo a la imaginación y, mientras ésta vue– la, su aleteo suave y de colorido mágico, el alma goza y percibe secretas melodías. Una cosa sabemos con certeza: que Fray León acompañaba al S a n t o en tan poéticos momentos, que vibró al compás de sus mod,ulaciones y en su corazón puro y sencillo experimentó las llamaradas del amor divino que consumía el pecho de su amado Padre y amigo del alma. «Cuando los dolores de la enfermedad se agrava– ban con más virulencia entonaba él mismo el C á n - t i c o d e 1 s o l , y rogaba a sus compañeros con– tinuasen el cántico a fin de que la consideración de las alabanzas del Señor le olvidasen las acerbidades y dolencias». * * * Frecue.ntes eran en aquella época las riñas y en– conadas disensiones públicas entre las dudarles ve- 95

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