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V DISPENSARIOS. EL HOSPITAL L AS continuas revueltas político-sociales han ofrecido a los Misioneros amplio campo donde ejercer el ministe– rio por medio de la medicina. En varias de las Estaciones Primarias funciona un dispensario de medicina atendido por los Hermanos Legos o por las Religiosas. Allá se con– grega cada día una doliente muchedumbre de enfermos o heridos. Sin duda ninguna, a la labor constante de caridad se ha de atribuir el cambio manifiesto que se ha observado en el pueblo durante los últimos seis años. La hostilidad primera se va volviendo, lentamente, franca simpatía. En este cambio favorable han pesado con fuerza decisiva los prodigios de habilidad y de caridad realizados por los her– manos que asistían a los enfermos: Fr. Conrado de Sali– nas de Oro y Fr. Francisco de Zabalza. "Acudí -dice Fr. Francisco- a visitar a un joven herido por los soldados y cuya herida presentaba orificio de entrada por el hombro con salida por el pecho. Tomé tintura de yodo, y sin más utensilios en el botiquín me puse en camino. Después de haberle lavado y desinfec– tado me volví encargando lo llevaran a nuestra Estación Misional de Sanshelifu. Una vez que lb trajeron, empecé las curas, y con tan buen acierto que a los pocos días volvía completamente curado a su casa ... Es tal el agra-

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