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IV LOS CAPUCHINOS ALEMANES C UANDO en 1922 Mons. Guebriant, Visitador Apostólico de las Misiones de China recorrió las del Kansu, ma– nifestó públicamente la profunda impresión que habían hecho en su alma de viejo Misionero las duras condi– ciones del apostolado en el Kansu, y sobre todo en el Kansu Meridional. Poco después, la Sda. Congregación de Propaganda Fide disponía una reorganización del personal misionero del Kansu : El Vicariato Septentrional pasaba a la Socie– dad del Verbo Divino; y la Prefectura Meridional, ele– vada a Vicariato, era confiada a los Padres Capuchinos alemanes de la Provincia de Renano-Vesfalia, expulsados poco antes de su Misión de Carolinas-Palaos. Los Padres de Scheut se trasladaron a Mongolia, en cuyo oasis han fundado una verdadera república cristia– na con sus milicias armadas y plazas fuertes. Todavía en 1935 Mons. Otto, venerable anciano de 85 años, gobernaba aquella Misión, como un viejo jefe espiritual de los nó– madas del desierto de Gobi. Hoy los Comunistas han echa– do por tierra la obra de estos beneméritos Misioneros. Los Capuchinos alemanes, apenas iniciados lo indis– pensable en el idioma, se aplicaron con tesón al trabajo. La sabia dirección del Ilmo. Vicario Apostólico Mons. Wal– leser y el talento organizador de les Padre¡;, imprimieron
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