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- 96 vences su astucia: y él entre tanto llora impotente su odio y rencor. Y esa flor vana, que ayer traidor.i fascinar quiso tu corazón, hoy trás los rayos dr brrve aurora tristr muriendo, ya sr sr evapora ... mirntras tú logras etrrual don. Madre bendita, puerta del cielo ¡, quién tales hérors en Tí engendró? Iglesia santa, mi único anhelo surcar los mares al rico suelo, do tanto heroísmo por ti brotó. Yo de Francisco la cuerda ciño, ella es ele mi alma firme sostén, mi fe e inocencia guarda de niño; con ella, oh l\'Iadre de mi cariño, subir espero puro al Edén. Mas antes, Madre, antes quisiera la sangre toda por tí verter; y esta mi vida pasarla entera, buscando al indio que en la pradera desnudo corre sin Dios, ni fe. Y aunque me quiera del elemento la furia horrenda drspedazar, y aunque el rugido sordo del viento corra parejas eon mi ardimiento ... ¡ todo peligro quiero arrostrar!