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destácase una mancha, que en gracioso y curvo movimiento avanza hacia la cima del escondido cerro, do el Santo cae en delicioso éxtai'liR con las flores riendo, que le dicen del Lirio de los valles inefables secretos. Los árboles que en torno se columpian movidos por el viento parece que inclinados suavemtmte ponen oído atento a las dulces palabras, que se exhalan del pecho del Santo Pobrecillo, y contestando con un sacudimiento abren sus copas a la móvil mancha, que vagarosa se cernía lejos; y ele repente en círculos graciosos, al trasponer un cerro, alígera bandada de pájaros parleros se van posando por las verdes ramas en bullicioso vuelo. -Hermanitos, vmiid: cantad conmigo laudes sin fin al Hacedor supremo, que os dió por vestimenta esas plumas sedosas, lindos remos, con que cortáis alegres el airoso espacio en raudo n1rlo. Alabad al Señor que genrroso sobre la mrsa del rrial drsierto - 81-