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Y derrama feraz por la pradera Balsámicos olores ; Del hijo de los montes En la undosa ribera Los, cristales murmuran bullidores : La tierra, remozada, Brota mil flores del fecundo seno : A cuyo aspecto de hermosura lleno, Desde el árbol do yace cobijada Parleruela avecilla La tierna lengua vibra a maravilla. Cual de profundo sueño El mundo despertado, Depone de su faz el duro ceño, Y eleva, entusiasmado, Con torrentes de luz y de harmonía, Mil cantares de amor y de alegría. La Esposa de Dios vivo, De luto y llanto en su viudez ceñida, Suspende al par el salmo funerario, Con júbilo expresivo La frente alzando ele esplendor henchida. El místico incensario, Que en el altar gimiendo een:ellea, Cual ele holocausto hostia sacrosanta, En los aires meciéndose flamea; Y entre cantares de alborozo inmenso Y gallardía santa, Al alto cielo en espiral levanta Nubes liger~s de oloroso incienso. Los cantos y aleluyas triunfadoras - 157 -