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150 - Carlomagno, acongojado, no duerm:>, ni encuentra calma; Pajecillo viejas crónicas léele junto a la cama. El fuerte Roldán, no lejos, limpia su famosa espada Durandarte ... y a la Virgen reza el buen Turpín y. . . ealla. -Paje mío 6 qué rumor, el gran rey de pronto exclama, es ese, que de la noche rompe la profunda ealma?– -Señor, respóndele el paje, so11 las hojas y altas ramas que bosque Irati, que el viento con sufl ímpetus desgaja.– -Ah, niño amado, parece grito de la muerte insana : mi eorazón se amedrenta, hiere su murmullo a mi alma.- El rey Carlomagno inquieto, dormir no puede en su estancia. Cielo y tierra están sin luz, los lobos en el monte aullan: y ocultos los euskaldunas ele Ihañeta en las quebradas vibran entre la,; tinieblas, azkonas, güecias y ezpatas. -; Ah! suspira Carlomagno,

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