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Que es del Padre eternal sabiduría, Sus secos labios, este adiós le envía: '' Sé del hombre ¡ oh mujer! madre adorada''. Desde ese instante al pie del Crucifijo Al verte siempre, oh Madre de dolores, Siento a la par tristeza y regocijo: Y absorta el alma en íntimos amores, Cuando recuerda su deber de hijo, Madre te llama ¡ay! de pecadores. EN EL CEMENTERIO Difunde en torno intenso sentimiento la soledad sombría, majestuosa, que lúgubre se eleva en fría losa, de cadáver cristiano monumento. Doquier que tiendo el vago pensamiento, allá encuentro la muerte quejumbrosa, que del verde ciprés al pie reposa soberana en su mismo apartamiento. Despojos mil contemplo en la llanura y cruz de paz cubriendo su desierto, fiel mensajera de inmortal ventura. Los ojos vuelvo... y de un sepulcro abierto oigo una voz que con temblor murmura: "Rogad a Dios dé eterna luz al muerto". - 148 -

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