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¿ N" o ves llegar el barco que aprontado viene cortando el líquido elemento? ¿ Y al viento desplegada no ves ya la bandera, que saluda festi-rn la ribera de la patria con ansia suspirada 1 ¿ Qué esperas, pues, oh noble Misionero? ¿ Qué esperas? ¡hurra! al céfiro ligero rlespliega pronto la voluble lona. ¿ Quién no se anima a traspasar los mares? ¡ hurra, al navío! quien virtud pregona, no ha de temer del p_onto los azares. Batid los remos, ensanchad las velas; y al violento rnu1.6r del oceano bogad, ]¡ogarl, ale¡rres cantinelas cantando a Dios, cuya potente mano rige el vaiYén de las bullentes olas. ¡Sus! mar adentro! que mi lira en tanto hará brotar el más dulce gemido del postrimer arprgio clr mi canto, que por tí, Hermano, vibraré yo a solas. Ciña tn rostro la srrena calma clrl varón fnertr, oh caro Misionero: <;urca gozoso rl largo derrotero del aneho mar. Los hados perenales eumpk cle Dios: su sabia providencia séatr dulce corno blando sueño. Los líquidos cristales corta del mar (JUe gime bajo el leño - 14-3 --

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