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-120- rompe la marcada valla, y en negra e impía batalla a Dios disputa el poder. Mas al punto fulminado por la Justicia divina rueda en espantosa ruina de la celeste mansión, arrastrando en pos millares de estrellas más, que cayeron, v al abismo descendieron ~n YO!('ánico montón. La Suprema Omnipotencia de su presunción en pago, con justo, tremendo estrago al orco los arrojó. i Triste, memorable ejemplo, que enseña a la criatura que su poder y hermosura de solo Dios recibió ! De Luzbel la audaz soberbia vace en el fondo sumida : ;nas ¡ay! de ella sin medida surgió a tierra la maldad. De ella engendróse el desorélen, la criminal arrogancia, y en su impía exuberancia dió a lnz torpe libertad: Y al fulgor de negra tea, que da calor a1 malvado, creció, cual crece el pecaélo a la sombra del error. Y cuando estuvo nutrido

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