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II rf],sante en el buiete.-No puedo defender ese pleito.– De baja en el Colegio d'e Abogados.- Oposición a con– tador.-La Contaduría de Santiago. L;:i. familia del siervo de Dios estaba establecida en Pontevedra <euando él terminó sus estudios, dedicado el padre y los hermanos menores con éxito admirable al comercio. Allí se estableció también .el joven y novel abogado, trabajando como pasante con una de las fig,uras más pres~giosas de entonces en el Foro: el doctor don Felipe Ruza, muy amigo de la familia Olmedo, excelente persona y de eminente capacidad jurídica. Allí actuó con g.ran competencia, has– ta que, habiéndole dado dicho señor Ruza un pleito para que lo es– tudiara y defendiera, al cabo de unos dias se lo devolvió, renun– .ciando a este encargo de defender el pleito por repugnar a su con– ciencia los argumentos que debian emplearse para defender al cliente. Y no sólo renunció entonces a la defensa del ple!to, sino que desde aquel momento abandonó el ejercicio de la profesión, dán– .dose de baja en el Colegio de Abogados. La admirable actitud del siervo de Dios en esta ocasión revela ·la delicadeza de su conciencia y el espíritu profundamente cristiano, que no le permitían la mentira, el dolo, el engaño, las razones falsas, y por lo mismo, stn razones, dejando el ejercicio de la profesión que tantos sacrificios había costado a su padre y a él mismo tantos des– velos para cursar la carrera de leyes. Terminado de este modo el .imperativo de su recta y delicada conciencia, entró en el negocio que tenía su padre en la misma ciudad de tl?ontevedra, para dedi– carse a los trabajos de escritorio y contabilidad, los que desempeñó con gran acierto y eficacia. Entre tanto, habían sido convocadas oposiciones para contadores de Diputaciones y Ayuntamientos en Madrid. Como Fernando babia y a desempeñado algún tiempo el escritorio y contaduría del comer– cio de su padre, habidos además los estudios del bachillerato y ca– rrera de leyes, animoso se presentó en Madrid a oposita.::, con tan buenos resultados que obtuvo el número dos en la clasificación. Sus aspiraciones fueron muy modestas, no obstante el gran éxito .al– -canzado. Por aquel tiempo estaban vacantes las Contadurías de las Diputaciones de Barcelona, Valladolid y otras; se contentó con optar a la plaza del Ayuntamiento de s~ntiago, tal vez por ser su ciudad natal, posiblemente porque estaba cerca de Pontevedra, donde residía 77

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