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»Su comportamiento como religioso no pudo ser más ejemplar. Además de sus rezos y oraciones particulares, por la noche dirigía el santo rosario, que rezábamos siempre en familia. En los primeros días de su estancia en nuestra compañía le pedimos que nos confe– sara en nuestra propia casa; pero él no lo hizo mientras no consultó por carta al padre Mariano de Vega. Después nos confesaba siempre que se lo pedíamos, valiéndose de una rejilla. »El padre Arcángel estaba casi ciego y no podia leer. Una de nos– ot'ras le leíamos con frecuencta libros piadosos, lo cual mucho agra– decía. Si conversaba a ratos con la familia; pero fué en todo mo– mento discreto y muy recatado. Arcángel se llamaba, y como ángel vivía entre nosotras. Varias veces le vimos pasear descalzo por encima de punzantes ortigas. Decía él que le venían muy bien para el reuma; mas nosot.ras estábamos persuadidas de que lo hacía por penitencia. »De 'Carácter suave, muy atento y delicado y no muy comuni– cativo, jamás cometió la menor ligereza. Nada pedía y se mostraba muy agradecido por los servicios que ·le !>restábamos. Varios años nos confesamos y dirigimos con él, y le encontramos muy bueno y adm.trable. Por la bondad y sanísimos consejos procuraba llevar las almas a la verdadera piedad. En varias ocasiones se lamentaba con nosotras porque un religioso, compañero suya en América, había muerto, manifestándonos que él quería volver allá para morir már– tir.» (María y Ana vezasco.) VII Se agrava la situación.-Quién S(Ibe cuántas vidas más pedirá ez Señor.- De morir, quiero morir con hábito y en el convento. Ya hemos dicho en anteriores páginas que el padre Arc.ángel se ·encontraba de residencia en el convento de Gijón. Alguien le ma– nifestó que habían asesinado al señor Calvo Sotelo. Cuando ya se acercaba el momento de la revolución, y mataron al señor Calvo Sotelo, yo me acerqué al padre Arcángel y se lo dije. El me contestó: «Quién sabe cuántas vctimas más pedirá el Señor.» «En vista de la gravedad de las circunstancias, yo le traje un vestido de seglar; pero como no se le ponía, juzgué que no le venia bien y le busqué otro. IPropúsele entonces que se vistiera de seglar y que se fuera a casa de las Hermanitas de Ancianos Desampara– dos y poderse así seg.uramente librar de la persecución y de la muer- 51

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