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V Asesinado PC»' confesar la verdad.-Sus restos.-El pro– ceso de beatificación. No hemos podido averiguar si los dos detenidos fueron llevados a una comisaria o a una checa; pero, por confesión de fray Crispín, los sometieron a los dos a un minucioso y prolongado interrogatorio, durante el cual el hermano anciano confesó su condición de reli– gioso, y demostró con sus manos callosas que casi siempre habia des– empefiado el oficio de hortelano en diferentes conventos de la Orden. El hermano Norberto también confesó la verdad; que no era religioso, sino que estaba al servicio de los religiosos, como era verdad. Los de la checa o de la comiSaria no le creyeron, ni tampoco dieron fe a las palabras de fray Crispin que afirmaba lo mismo, ni a las sefiales de trabajos manuales que presentaban sus manos. Por eso dijeron al anciano : «Tú, por haber dicho la verdad, quedas libre. Este otro, que ha querido engafiarnos, se queda con nosotros.:. De consiguiente, fray Crispín regresó a la pensión el dia 23, mientras que el hermano Nor– berto quedó allí indudablemente para ser martirizado, como reli– gioso, sin serlo, creyéndole reltgioso los perseguidores y matándole por ese mismo motivo. Hay una razón muy poderosa para afirmarlo, y es la siguiente: Parece que Norberto guardaba el poco dinero de que disponían; le mandaron que se lo entregara a fray Crispin, porque a él ya no le hacía falta, ya que le iban a matar. No se ha podido averiguar ni dónde le sacrificaron, ni cuándo, aunque, probablemente, al día siguiente, como acostumbraban a hacerlo casi s.tempre. Por esta misma razón, tampoco se han podido encontrar sus restos, ignorando por completo el paradero de los mismos. Tocante al proceso de beatificación, esperamos que pronto pueda terminarse, porque forma parte con el de los otros religiosos Capu– chinos sacrificados en la villa de Madrid o en otros lugares de su provincia. 39l)

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