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afíos manüestó deseos de visitar Loyola y alli comulgar. Estaba con la familia en Ermúa, pequefía villa d~l partido judicial de Mar– quina, en Vizcaya. Para llegar a Loyola y recibir la comunión en el Santuario ignaciano era necesario madrugar mucho y andar por lo mismo el camino a pie. A mitad de camino empezó el sol a calen– tar de veras, porque era el mes de agosto. Iba el nifío sumamente su– doroso y con ardiente sed, y a pesar de las muchas fuentes que iban encontrando por el camino, no quiso tomar ni una gota de agua. Pensando su padre que no podria resi3ttr, le insinuó que hiciera una eomunión ~spilitual y que bebiera agua, a lo que contestó: eNo, padre, sigamos, que con la gracia de Dios llegaremos y comulgaremos sin novedad.:) Llegó agotado, pero quedó feliz por haber recibido a Nuestro Sefior.> Apenas cumplidos los trece años, el 6 de junio del afio 1923, in– gresó en la Pía Asociación de la Inmaculada y de San Estanislao de Kostka, en la iglesia del Corazón de Jesús de los padres Jesuitas de Bilbao, siendo modelo de ·congregantes durante las dos etapas -que en ella permaneció, amando entrañablemente a la Congrega– ción, a sus Directores y a los compañeros, entre quienes derramó a manos llenas, fervores eucarísticos y misioneros, entusiasmo juvenil, alegria y responsabilidad en el cumplimiento de los deberes impuestos por el reglamento, llegando a ocupar el puesto importante de Con– siliario en la Junta de gobierno de la Congregación. De su co~portamiento y amor al sacrificio, a la comunión y a la santa misa, hay el siguiente hermoso testimonio: «Ya estudiante de la carrera mercantil, que a su tiempo terminó, acudía puntualmente y con asiduidad a la misa diaria de Congregación, aun residiendo durante algún tiempo a casi tres kilómetros de la iglesia del Sagrado Corazón, donde tenía lugar dicha misa, que se celebraba a las siete y media de la mafíana.» (Presbítero Doctor Manarícúa.) Los forjadores de este recio temple espiritual fueron sus propios padres. Bien claro lo afirmará más tarde Emilio, ya Capuchino, en carta dirigida al autor de sus días, el 5 de enero del afio 1936, pocos meses antes del sacrificio de su vida. cS1, amadisimo papá; quisiera yo en este día (onomástico) poner de manifiesto en estas líneas los motivos, el por qué amo mucho, mucho a mi buen padre. En el catecismo de la doctrina cristiana. al tratar del sacramento del matrimonio, se pregunta: c¿Para qué es el sacramento del matrimonio?» ... y críen hijos para el cielo», con– testa. »Pues bien; sin duda alguna que Dios Nuestro Sefior no podrá decir a mi papá (lo mismo dig.o de mamá), que no ha cumplido con esta gravísima obligación. Era yo muy ntño (lo mismo pueden decir 363
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