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res que los religiosos marcharan a casas de bienhechores, varias buscadas por el padre Andrés, como así lo hicieron casi todos e1 día 20 en horas de la mañana y de la tarde. El siervo de Dios abandonó el convento al anochecer de ese mismo día, refugiándose en casa de unos amigos próxima al conv>ento. Al día siguiente se dirigió a la pensión Sacerdotal de la calle Larra, en donde residía un sobrino suyo sacerdote, llamado don Maximiliano González Fió– rez, quien de palabra y por escita tuvo a bien proporch.ma.rme los datos que a continuación verá el lector. <~Maximiliano González Flórez, capellán de la Beneficencia Pro– vincial de Madrid en el Hospital de San Juan de Dios: Hago constar.. jurando por Dios y por mi honor, que he sido testigo excepcional de· las circunstancias que precedieron a la muerte violenta de mi que– rido y recordado señor tío, el padre Andrés de Palazuelo de Torío. ))Reconstruyendo ahora aquellas ·tremendas escenas de los pri– meros días de la revolución roja española, recuerdo que el padre Andrés estaba en León, cumpliendo deberes ministeriales, el día. 15 de julio de 1936. Al tener noti!cia de los primeros chispazos revo– lucionarios, él se apresuró a trasladarse a Madrid, donde se creía más seguro que en ninguna otra parte. El tren en que se fué a Ma– drid debió ser uno de los últimos que circularon entre las dos ca– pitales. »El 17 de julio del mismo año 1936 pasé casi toda la tarde en su compañía dentro del convento de Jesús. Eran momentos de desban– dada; los religiosos buscaban casas de confianza donde alojarse; ciertas personas de solvencia se llevaban a sus casas objetos de valor para librarlos de la presentida y segura rapiña de los rojos revolu– cionarios. El padre Andrés! el que 'suscribe y do.s hermanos legos procuramos sacar con mucha cautela la imagen de la Inmaculada,. que había en la nave lateral de la tglesia, llevándola en una camio– neta a la próxima calle de Cervantes, donde vivía una familia muy conocida del padre Andrés. Allí qu€dó oculta durante toda la guerra, sin que fuera percibida por la mili.cianada, que más de una vez registró aquellos locales. »·El 2Q de julio apenas si quedaba ya algún padre en el convento.. El padre Andrés ha procurado buscar casa para muchos. La estan– cia en «Jesús» es peligrosísima. Con dolor en el alma y «Camufla– dos» de paisano, todos los religiosos se ven precisados a dejar la mansión religiosa. »El día 21 asaltan los mili:cianos el convento, en donde ya no había más que tres hermanos legos que se descolgaron por una ventana al pati.o de una casa contigua. Un testigo presencial relata el asalto de la siguiente manera: «Instalado el padre (se trata del 31

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