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j hallaba a grande profundidad en la sepultura~. Según el documento oficial copiado anteriormente era el cuerpo séptimo en la sepultura. Identificados los restos del siervo de Dios, fueron colocados en otro féretro más cUgno, de antemano preparado por los padres ca– puchinos y, con los de los otros religiosos martirizados y hallados, f·ueron solemnísimamente trasladados a la iglesia de Nuestro Padre Jesús de Medina·celi, en donde, con un lleno completo de fieles, con profunda emoción y piedad se celebraron devotos funerales, por su eterno descanso, y por los que como él sucumbieron por odio a Dios y a todo lo santo y sobrenatural. Terminados los funerales se orga– nizó la conducción de los venerados restos a la Cripta de los padres Capuchinos en la Sacramental de San Isidro, en nicho aparte, con– venientemente rotulada la placa exterior, y con su correspondiente alegoría. Alli reposan los despojos esperando la glorificación en la resurrección .general y la palma que el Señor pondrá en sus manos por haber sido en este mundo testigo de Nuestro Señor Jesucristo, derramando la sangre y perdiendo la vida por haberse consagrado al servicio divino en el humilde estado de hermano lego Capuchino. Entre tanto, se están dando los pasos para que, si esa es la vo– luntad de Dios, sea tambtén glorificado en la tierra, reconociendo la Iglesia la verdad del martirio con todas las características que deben acompañar a la muerte de los que humanamente hablando se presumen verdaderos mártires. Con este laudable fin se ha introducido y casi llevado a feliz tér– mino en la Curia Diocesana de Madrid el Proceso Informativo de la fama de martirio, conjuntamente con el de los otros religiosos ca– puchinos martirizados pertenecientes a las Comunidades de Jesús de la Villa y de El Pardo. Que los conocidos y devotos del siervo de Dios fray Aurelio, al– gunos de los cuales le atribuyen gracias, pidan al Señor que pronto se termine el ·Proceso incoado y, llevado a Roma, tenga la dicha de seguir rápidamente la larga y plausible rígida tramitación de cuanto la Santa Madre Iglesia exige para lleg.ar a la glorificación de los siervos de Dios. 309