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dable. Dejó el grato recuerdo de su sencillez y humildad franciscana hasta tal punto que, como entonces no se podía celebrar misa, nos: otros procurábamos leerla, pero no conseguíamos que lo hiciera el hermano, indudablemente por humildad, asociándose a nosotros lo mismo que en otros actos piadosos. !Por pensar que se le ocultaba y defend!a mejor se le instaló en un cuarto apartado de la casa, y al indicarle que había de dormir sobre un colchón colocado en el suelo, lo encontró muy natural, sin ningún gesto de disgusto o de :impa– ciencia. No era nada exigente en alimentos ni en ninguna otra cosa. Retirado en su habitación permanecía casi siempre. Nos dejó muy edificados, y aunque marchó alg.ún tanto impresionado, se fué, sin emba11go, sereno y tranquilo.( Abogado Juan de La Torre.-(:lotilde de La Torre..) De lo dicho se ve claramente que fray Aurelio marchó de casa de sus bienhechores, y según todas las referencias, después de pasar con ellos más de quince días. Alli le visitó y confesó varias veces el reverendo padre Sixto de Pesquera. Ahora bien, ¿dónde y cuánto tiempo permaneció fray Aurelio en algún otro refugio, pensión o casa particular? Sabemos con certeza que estuvo unos tres dias, los últimos, en una casa particular, pero a la que no marchó inmediatamente al salir de la anterior ya ·rela– tada. Hay una razón poderosa para afirmarlo, y es que el siervo de Dios comunicó por teléfono a sus bienhechores, que había llegado bien, el miSmo día de la salida, sobre las cinco de la tarde, y la fa– milia que después le recogió no tenía teléfono. Parece que, de mo– mento, se fué a una pensión de la calle del Pez, y así lo asel!,ura el padre Carrocera en la obra citada, quien se ~nclina a que solamente horas permaneció en la mencionada pensión, lo cual no parece pro– bable, por la razón siguiente: fray Aurelio salió del convento de Jesús el 20 de julio, y ese mismo día fué a casa de sus bienhechores; según estos pemaneció con ellos algo más de quince días; a la otra 'Casa particular, como se verá más adelante, no lleg.ó hasta mediado.!' de agosto, luego hay un intermedio de varios días, durante los cua– les no puede determinarse con certeza el paradero de fray Aurelio. Lo que sí es cierto es que a mediados de agosto se refugió en otra casa particular situada en la calle de Lope de Vega, cuyos due– ños eran conocidos y amigos del siervo de Dios, él ya detenido tam– bién para entonces por los milicianos. La señora ha dado por escrito importantísimos detalles sobre el particular. 305 20
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