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IV Abandono forzoso. -A una familia caritativa. -Vida ejempU:Lr ern el retugío.-AV domicilio de unos amigos. Fray Aurelio de Ocejo corrió la misma suerte que los otros reli– giosos moradores del convento de Jesús cuando estalló el Movi– miento Nacional. El 20 de julio, para no ser asesinado en el con– vento por las hordas filocomunistas, tuvo que huir de la mansión de paz, de oración y de trabajo, acogiéndose al domicilio de una familia devota, que había brindado asilo al siervo de Dios padre Andrés de .Palazuelo, y que a ruego de éste, recibió con gran caridad y sumo agrado a fray Aurelio. Dicha familia ha manifestado las facetas de la llegada, perma– nencia y comportamiento del siervo de Dios en términos muy lau– datorios. «La ocasión para conocer a fray Aurelio fué que, oblig.ado a aban– donar el convento, como los otros religiosos, a causa de la persecu– ción desatada en Espafia, el día 20 de julio de 1936 buscó asilo en nuestra casa, otorgándoselo nosotros gustosamente. En nuestra com– paflia vivió algo más de quince días, hasta que enterada una per– .sona nada cristiana de que teníamos un religioso en nuestro domi– cilio, y suplicándola que hiciera algo por el hermano en caso de algún registro, nos contestó que nada podía hacer, aunque vinieran a detenerle. >Juzgamos nosotros esta actitud muy peligrosa para fray Aurelio, ,suponiendo, con razón, que vendrían a det-enerle, motivo por el cual nos pareció que debía buscar otro refugio más seguro. Y así se lo indicamos. Hechas por nosotros algunas g.estiones ante determinadas personas, para que le recibieran, no dieron resultado d.e ninguna clase. »Por eso optó el hermano por irse ya bien entrada la mañana. A eso de las cuatro de la tarde, conforme se lo habíamos pedido, nos comunicó por teléfono que se encontraba bien, quedando con dtcha noticia nosotros tranquilos. Nada más supimos del hermano. Sólo después de la Liberación nos enteramos de que le había asesinado. >El comportamiento de fray Aurelio en nuestra casa fué el que correspondía a un buen religioso. Durante los dias que permaneció con nosotros dió muestras de su espíritu piadoso de manera particu– lar por su abnegación, humildad, discreción, espíritu mortificado, de tal manera que resultaba un huésped nada incómodo, y sí muy agra- "304

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