BCCAP000000000000138ELEC
VII El reloj del padre Domitilo.-Escogido para el martirio.– En Peón.-Mátenme el último. Tenía el padre Domitilo su reloj de bolsillo, del cual quiso s·ervirse para ejercer el apostolado entre uno de los guardianes de la cárcel que, al parecer, era el menos malo entre sus compañeros de maldad: Para ello le entregó el reloj. cA uno de los guardianes de la cár– cel, bastante bueno, trató de catequizarle, ya que aquel le oía aten– tamente cuando algo de religión le explicaba. Un día le entregó el padre Domitilo su reloj diciéndole: e Si muero, quédese con él; si vivo vendré a buscarle., Me manifestó el padre Domttilo que eso de venir a buscar el reloj era para completar la obra de instrucción re– ligiosa de aquel guardián., ( R~món del Busto.) A propósito del reloj, pude enterarme más tarde, dónde vivía el sujeto en cuestión, y por tercera persona de él conocida y que sabía la faceta que me ocupa, le manifesté que me entregara el reloj y que a cambto escogiera el que más le agradara en el comercio, porque con gusto se lo pagaría: tenia verdadero interés en recuperar el reloj, como verdadera reliquia; y más interés todavía en ver st, en el proceso de beatificación que se estaba tramitando, podía llevarle de testigo; nada conseg.ui, tal vez, por infundado temor por parte del aludido custodio de la cárcel. ~El 6 de septiembre del citado año, como a las dos de la madrug.~da, entraron en la cárcel los marxistas, y por lista fueron llamando a unos doce o trece, entre ellos el padre Domitilo. A cada uno ama– rraron un cordel a la cintura y otro a las manos, echándolas hacta atrás para unir los dos cordeles. El padre Domitilo, ya amarrado, se acercó a mi detrás de una columna, y me pidió la absolución, que yo le di. Luego al camión, para llevarlos a Peón, con otros que ya traían, y alli asesinarlos. El padre Domitilo, recibida la absolución sacra– mental, salió sereno, tranquilo y animoso, consolando a otros, espe– cialmente a un joven que partía llorando y temblando. También re– cuerdo que otro preso le pidió la absolución al padre Domitilo. Debo manifestar que nunca le noté odio o espíritu de venganza hacia los enemigos que nos perseguían., (Pbro. don Pedro Parajón.) La caridad del padre Domitilo llegó hasta el fin al grado heroico, ya que pidió a los asesinos ser fusilado el último, para ir dando la absolución sacramental a los compañeros de martirio a manera que disparaban contra ellos para sacrificarlos. «Nos consta que cuando 269
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz