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hizo (y yo me honro con que asi fuese). Mas, al morir, la herencia era muy reducida. Además, la socetdad a que pertenecía, dijo que no era costumbre dar pensión a las viudas. No obstante la negativa, la volví a solicitar, y le hice la novena al padre Ramiro. Y a ver si no puede considerarse como un milagro que me haya venido conce– dida una pensión bastante decorosa, que me pone a cubierto mis ne– cesidades, no para echar coche, pero sí como yo lo pedía: Es digno de publicarse. Después ha sucedido otra cosa. Tengo una amtga que tenia muchos dolores de cabeza, y fué al mejor médico especialista de Sevilla. En la radiografía que la hicieron (mi hijo que es médico la vió), resultaba tener un tumor en un sitio bastante peligroso. Asustado el marido, la llevó a Madrid, a ver al doctor Obrador, que es el maestro de éste de Sevilla. Toda la familia asustadisima; y tanto la familia como yo, empezamos la novena al santo, para que lo hiciese desaparecer. ¿Cuál no sería el asombro y la alegría al saber que en la radiografía hecha en Madrid ya no existía el tumor? Esta señora es doña Asunción Matamoros: una familia muy conocida, desde luego. La verdad no la sabían más que el marido y mi hijo, que es novio de una hj.ja de esta señora; ahora que todos sospechab'an una cosa grave. (Francisca Corral.) c:Yo no pretendo, con lo que voy a decir, hablar de mUagres o gracias extraordinarias, pero en pequeñas cosas de mi trabajo, y no sólo mías, sino de algunas de mis compafieras, por la invocación del padre Ramiro, hemos conseg.Uido pequeños favores, que para nosotras no eran tan pequeños, ya que se trataba de recuperar cantidades de dinero que para nuestras modestas economías sig.nificaban mucho.:. El .Proceso de Beatificación del siervo de Dios padre Ramiro se encuentra en el mismo estado que el de los otros religiosos Capu– chinos martirizados, pertenecientes a las Comunidades de Madrid y de El Pardo. Un poco de paciencia y muchas oraciones para que el Señor glorifique a sus siervos. 257 17