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con los negocios, porque era muy dinámico y recto. Dió en preocu– parse el mismo tiempo porque en el cierre del año iba a tener pér– didas. Entonces me encomendé al santo (siervo de Dios), ante el temor de que empeorase su salud, y vino un pedido de América, tan oportuno, que ganaron mucho dinero en vez de perder: ya respiró él tranquilo. Pero como yo le dije que había sido por el santo, se empezó a intrigar, y vino entonces otra cosa. Una mercancía también para América, le fué detenida en el muelle y rechazada, cosa muy corriente, pero que nunca a él había ocurrido. Estaba tan preocu– pado, pues era una pérdida de más de dos millones de pesetas, y le insté a que hiciera conmigo la novena al santo. La empezamos, y al noveno día terminamos de rezarla a las nueve de la mañana; a las diez fué al muelle, comunicándole que podía salir la mercancía, pues habían reconocido que habían cometido un lamentable error. El estaba emocionadísimo, y confesó y comulgó en acción de gracias, que fué para mí más milag.ro . Después he sufrido yo una intervención quirúrgica, en que me encomendé también al santo padre Ramiro, y salí bien, aunque estuve en bastante peligro. Mi marido seguía muy delicado y el médico le aconsejaba que no guiase el coche, y sobre todo, que no fuese sólo; pero él no creía en su gravedad, y no hacía caso, siendo muy peligroso. Yo le pedí al santo otra vez por él. Fué doloroso para mí perderle, por tanto como le quería y porque era muy bueno. Pero, grac1as a Dios, por la intercesión del santo, ha permitido Dios que muriese en casa recibiendo los auxilios espiritua– les, aunque fué un golpe para mí terrible; pero Dios sobre todas las cosas. Tengo que comunicarle otra gracia. Yo tengo una amiga anciana, viuda de un coronel. Con motivo de haber un aumento en las pagas, el habilitado la dijo que buscara una buena recomendación para que, en lug:ar de darle un aumento que le correspondía, le diesen el máximo: era de un 10 por 100 a un 40 o 50. El caso es que ella no tuvo ninguna recomendación, pero le hizo la novena al santo, y sin solicitarlo, le ha sido concedido el máximo. Ella no tiene más bienes que esa paga. Figúrese lo que le representa a la edad de 72 años. Ahora pida usted por mí al santo, que lo necesito mucho; y tam– bién por mis h~jos, que son muy buenos; para que el mayor siga con acierto en el puesto de su padre; a los pequeños para que se sitúen en la vida: el más pequeño estudiando en Londres; y el segundo terminando la carrera de médico. A todos en mi familia que nos ayude el santo. (Fra.ncisca Corral.) · Manifestación que formula don Florencia Pérez González, rela– cionada con un caso provincial ocurrido al mismo en el que ve cla– ramente marcada la protección divina y que el manifestante opina 255

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