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los religiosos vuelvan al convento". Esta insistencia del Padre en decir djrigiéndose hacia nosotras, "ustedes lo verán", me llamó a mí mucho 1~ atención; y también lo advirtió mi he·rmano Enrique, de tal suerte que cierto,dia se Jo dijo al Padre, mas él torció la conversación. De hecho ni mi pl\dre volvió más al convento, pues murió antes de la liberación ni mi hermano, pues pereció en el crucero Baleares; ni el padre Ramiro' que fue asesinado. ' · "Otro dia nos dijo: "Ustedes lo verán; pero yo no lo veré." ¿Es que el padre Ramiro tenia presentimiento de su muerte? · · ·"Uno de Jos dfas en que estaba con nosotros quiso ir a decir misa a-l convento; pero nosotros le disuadimos porque estaba toda la plaza de Jesús ·llen<\ de milicianos. En nuestra casa se portó como un verdadero y ejemplarísimo religioso. El rezaba delante el santo rosario, y todas las noches nos daba la bendición antes de retirarnos a descansar, como a ellos se la daba su padre guardián en e1 convento. ' "A' Jo dicho aún debo añadir lo siguiente: Al ver mi desaliento por– que se retrasaba el fin de aquella prueba, nos decía: "Tengan la segu– ridad del triunfo, porque hay almas que han ofrecido su vida por la salvación de 'España y el Señor acepta este ofrecimiento y vendrán días de mucha gloria para El y para España." Esto nos hizo sospechar si él habría ofrecido la suya y por eso aseguraba que él no veria el triunfo." En el piadoso domicilio López Diéguez permaneció el padre Ramiro hasta el 9 de agosto, es decir, unos veinte días. Ya para entonces habían registrado los milicianos algunos pisos de la casa número 5. Que iban muy pronto a registrar el de los bienhechores del siervo de Di()f) no era ni secreto ni maravilla de ninguna clase. Por lo mismo, para Ja familia y para el padre era mutua responsabilidad el que alll permaneciera por más tiempo. Por otra parte, tenía el padre Ramiro deudos muy próxi– mos bastante alejados del centro de la población, donde correria posi– blemente bat-:tante menos peligro su vida. Por eso, el 9 de agosto vino un cuñado suyo para llevárselo; y, efectivamente, con las debidas pre– cauciones, se lo llevó a la calle de Tenerife; pero antes e1 señor López Diéguez le desfiguró cuanto pudo, poniéndole una corbata roja y unos calcetines del mismo color. Mas el siervo de Dios anteponía a todo las cosas del Señor, y aun en esta sazón tan peligrosa se metió el breviario en el bolsillo, tt·atando de convencer a los de la casa; pero el joven ma– rino le prometió llevárselo él mismo más tarde, no consintiéndolo el padre, porque dijo que lo necesitaba para sus rezos. Én el nuevo refugio familiar permaneció desde el 9 de agoo;to hal'ta el 15 de octubre en que fue detenido por los milicianos. Cuando e1 padre Ramiro se trasladó a casa de sus parientes, vivian en ella una herma.na , entonces accidentalmente ausente; un cuñado, ma- 247
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