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pistola, para llevárselo también. Entonces el padre Miguel, que se encontraba en la parte afuera de la puerta, le dijo: «Va.'llos, Diego. ha llegado nuestra hora... ~ Al cabo de diez minutos sentimos unas cuantas detonaciones. De segUida regresaron con el coche hacia Escalante, y al día siguiente, mi mujer y mi ·cÚñada, al ir a nevar la leche a Santoña, los encontraron en la carretera, hacia el kiló– metro siete, asesinados. Lo¡:¡ mataron por ser religiosos.» (BraÚZio Navarro.) «Cuando estábamos a medio rezar el Tosario, sentimos ruido de coches, y al sentir ruido de coches apagamos la luz para hacer ver que estábamos dunntendo. Mi marido se asomó a la ventana al oir la llamada. y preguntó: -¿Quién va? -A ver, dos frailes que tienes en casa. -CUidado con ése, que es peligroso. -No hay ntngún fraile, pues han marchado a Bilbao. -Con que a Bilbao, ¿y esta tarde los hemos visto? »Al ver esto el padre Miguel, dirigiéndose a mi marido, le dijo: «Si usted tiene valor, baje.» Si bien había dicho el padre Miguel antes que nos encomendásemos a Dios, y así lo hicimos todos. Bajó un criado con mi maqdo y yo. Entonces mi marido les dijo que adón– de les llevaban a ·esas horas. Contestaron que a tomar una decla– ración a Santoña. El les dijo: «Yo mismo los llevaré, bajo mi res– ponsabilidad.» Entonces el miliciano dijo: «Que bajen, si no subi– remos por ellos.» Bajó entonces el padre Miguel la escalera, con las manos juntas y con mucha serenidad, y preguntó: «¿No viene nin– guno de Escalante? ¿Traen ustedes alguna documentación?» Enton– ees los milicianos echaron una blasfemia y afiadieron: «Para llevarte a ti no hace falta ninguna documentación.» Dijo entonces el padre Miguel: «Es voluntad de Dios, vamos.» Luego lo metieron en el co– ehe. Nosotros vigilamos la m¡u.eha, observando que se dirigían hacia Santofia, y que a los diez minutos de salir sentimos las detonacio– nes. Los mataron por ser religiosos. Los mataron entre Gama y San– tofia, a punto fijo no sé si fué hacía el kilómetro 7. Yo encontré el cadáver del padre Miguel en la carretera, pues íbamos comen– tando .qué habría sido del padre MigueL Le encontré en una postura con las manos juntas, mirando hacia el cielo, como si alguno des– pués de la muerte le hubiera amortajado. La sangre le corria por las sienes.» (Josefa Rodríguez de Nav(Lrro.) 193 .13
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