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bien las matertas a él encomendadas. No tuvo, que recuerde, frases hirientes, ni dig.resiones que quitaran a la clase seriedad y eficacia formativa.» (Varios diScípulos.) «El año que estudié con él me di cuenta que era muy metódico, cla– ro y ordenado en la exposición de las materias, trataba bien a los dis– cípulos y no perdia el tiempo en digresiones inútiles, y procuraba el aprovechamiento de los estudiantes., «La opinión que los discípulos tenian del padre Miguel como profesor era, que preparaba muy bien las lecciones y que asistía con puntualidad a las clases, que era siempre muy metódico en las explicaciones, las cuales comprendían perfectamente los discípulos. En la clase aprovechaba también las ocasiones para inculcar el amor a la Orden, a la vida de piedad y al estudio.» (Testimonio de varios discípulos.) V Director del Colegio de Filosofía. El 28 de mayo del año 1928 fué investido el siervo de Dios con el cargo de Rector o Director del Seminar.io mayor filosófico, sin abandonar el de Lector. Dicho cargo de Rector implicaba no sólo la dirección y disciplina del Colegio, sino también la formación espi– ritual de los estudiantes, por medio de pláticas y por la atención especial a cada uno de ellos. (Actas capitult;tres.) El padre Miguel advirtió enseguida su grave responsabilidad ante el delicado eargo, y a cumplirle perfectamente consagró sus desve– los, durante los ocho años que aproximadamente permaneció en él, hasta que le barrieron los p rogresistas de la barbarie roja. En la primera plática dirigida a los alumnos trazó el programa que se proponía desarrollar en el cumplimiento de su deber, conce– bido en los sigutentes puntos: «MI PROGRAMA: 1.0 Amor y caridad de Padre para con todos; 2.° Caridad y unión entre todos; 3. 0 Obser– vancia del buen orden y disciplina del Colegio; 4.° Fomento del estu– dio y trabajo; 5. 0 Espíritu franciscano y misionero.» Con alma, vida y corazón se dedicó a grabar en los jóvenes los cinco puntos programá– ticos, para lo cual se valió del ejemplo de su vida, de conferencias orientadoras y formativas, de avisos paternales, de veladas litera– rias, piadosas, franciscanas y misioneras. Asi logró ganarse la vo– luntad de los estudiantes y cambiar ostensiblemente la faz del Co– legio, ingertando optimismo, entusiasmo, ideales nobles y apostólicos, fervor religiosos, especialmente eucarístico y mariano. No olvidó tam– poco el cuidado verdaderamente maternal de la salud de los discí- 183

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