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Ya en anteriores páginas queda consignado cómo despegaba los carteles de la puerta de la iglesia para componer sus sermones, apro– vechando, además, los sobres de la correspondencia que recibía para el mismo objeto, todo ello con el fin de imitar en esta virtud al po– brecillo de Asis. «La nota sobresaliente del padre •Manila en su vjda religiosa era la pidead. Fervoroso, se le veía en el coro rezando el oficio di– vino, en el altar diciendo la santa misa y en el púlpito.~ cEra muy espiritual y tenía especial empeño en despertar con gran celo la elevación moral de sus penitentes... Recuerdo concretamente que ce– lebraba la misa con extraordinaria devoción, y parece que se exta– siaba, por asi decirlo, en los momentos de la consagración y eleva– .ción, empleando bastante tiempo, y edificando por la gran reverencia y fervor que demostraba. Cuando iba por la calle aparecía muy recogido y con los ojos en continua mortificación.~ El celo que latía en su corazón, manifestado por el ardor en el desempeño de los ministerios apostól~cos, es prueba inequívoca de la caridad que sentía en su alma seráfica para con los prójimos. «Recuerdo como detalle de la caridad del padre José María de Mani– la, que apoyó o inició con todo interés el que se le aumentara a la .santera el socorro, por el servicio que prestaba al llevar la capilla a los domicilios, debido a que la pobre estaba necesitada.:) Fué el siervo de Dios. muy amante de las leyes de la Orden, con una puntualidad verdaderamente edificante a todos los actos co– munes, no excluido el tiempo dedicado a las diVinas laudes a media– noche, aunque estuviera en ocasiones dispensado a causa de los mi– nisterios de predicación y confesonario. Todos los religiosos que con él convivteron están acordes en reconocer el espíritu de abne– gación para cumplir perfectamente cuanto constituye la devota trama de la observancia regular. Entre las devociones predilectas del padre Manila merecen es– pecial mención las profesadas a la Sagrada Familia y al Sagrado Corazón de Jesús. Fué director de la Cofradía de la Sagrada Familia establecida en la iglesia de Jesús. «La devoción a la Santa Familla fué su objeto singularís.imo, pues sentía verdadera predilección por esta devoción y no se cansaba de hacer propaganda de ella siempre _que pod.ía , y sobre todo en la solemne novena que se hacía todos los años.~ Con respecto a su devoción al Corazón de Jesús tenemos dos testimonios muy elocuentes. Fué en cierta ocasión a entronizar la imagen del Sagrado Corazón en el hogar de una virtuosa familia. Una de las personas asistentes a la devota ceremonia manifiesta que no puede olvidar el cgran fervor de la pláti·ca que les hizo a to– dos, ensalzando la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, que él 144

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