BCCAP000000000000138ELEC

, Yo, por disposición de la divina Providencia, no recibí tiro alguno, sino que al oir la desca11ga me caí desvanecido y sin cono– clmientot no recobrando mis sentidos hasta, por lo menos, una hora más tarde, po~ ser entonces de día completamente. Recuperados los sentidos, no vi a ntngún miliciano all1. Quise incorporarme, pero al tratar de separar la cara del suelo apretaba con las manos, y la tierra se iba hacia abajo, como si tuviera unos muelles muy sensibles. , Haciendo un supremo esfuerzo pude levantarme y vi a mi lado a mi suegro, sefior Arana, y creyendo le hubiese pasado lo que a mi, le tomé del brazo y le dij e: «Vamos, abuelo»; mas de pronto advertí que era cadáver. A su lado estaba también el padre Grega– rio; una bala le habia atravesado la garganta; también era cadáver. , como coincidencia quiero referir que en la checa me enteré que el padre Gregorio tenia una sobrina Clarisa en Valdemoro, sor Ma– ría Nieves, y en el siglo Ester Diez, la cual, con otras cuatro reli, g.io – sas de la misma Orden, estaban refugiadas en mi casa. Cuando tuve ocasión de comunicarme con ella, le tuve que notificar el asesinato de su tío, el padre Gregario. »Estoy convencido y puedo asegurar firmemente, sin temor a equivocarme, que la persecución de aquellos malvados era más por los religiosos que por los políticos, pues el señ.or Cáceres, al entrar en la checa, valientemente dijo: «Si me detenéis por católico, ya me podéis dar cuatro tiros; pero si es por politico, dejadme en 11- oortad ahora mismo.» Y por la noche este s.efior nos hizo compafiia en la excursión, muriendo asesinado por ser católico. En ,el mismo caso se encuentra el padre Gregorio, que de no haberse enterado de su profesión como !'eligioso, lo hubieran puesto en la calle, como estuvo cerca de suceder, juzgándole yo verdadero mártir de la reli– gión católica, y deseo que nuestra madre la Santa Iglesia Católica lo eleve como tal mártir a los altares. »En fe de que es cierto euanto acabo de declarar, lo firmo en Ma– drid, a 11 de enero de 1953.-Al/redo Fernández Langa. (Rubricado.)» Ante semejante documento declaratorio nos inclinamos reveren– temente, y sólo añadimos que una de las cuatro religiosas de que hace mención el señ.or Langa era hermana del padre Gregario, llamada en el siglo Julita y en el claustro sor Maria del Carmen, según ya ha visto el lector en otra página. Además, como un debido homenaje a los compafieros de marticto del siervo de Dios, consignamos aquí sus nombres: sefiores don Felipe Arana, don José Maria Rodríguez Alcalá, don Pablo Cáceres, don Teodoro Menéndez y el propio don Alfredo. ¡Que el Sefior los haya glorificado a todos en su seno! 130

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz