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10 despertar en él cualquier sentimiento contrario, o que al menos :así se lo pareciera a él, porque, en realidad, no podía surgir en nos– otros ninguna conversación o palabra semejantes. Pero él no ce– .saba de recomendar esta santa virtud, incluso a los niños, que eran los estudiantes latinos, inculcándosela desde la piimera edad. En .su celda guardaba con singular cariñ.o una estampa de la Inmaculada, .con un dibujo o alegoría muy e~presiva, en relación con la santa pu– reza; y él dec! a que la conservaba desde su primera etapa en la Or– den Capuchina, porque en ella veía a la Santísima Virgen, no ya como en .cualquier imagen de la Inmaculada, sino como e~halando -visiblemente la pureza que adornaba su alma... Con relación a la caridad con el prójimo puedo decir lo ya indicado sobre la pureza, pues lo que hacía al oír una ,palabra que a él le parecía rozar esta virtud, lo repetía en cuanto surgía el nombre de algún religioso, pues creyendo que iba a haber algo de murmura-ción, se ausentaba rápidamente, tan.to que los compañeros decíamos: «Ya se ha ido; y a5adiamos: es que estando con nosotros el padre Gregario no po– demos hablar nada, porque en todo ve sombra de pecado.» «Dentro de su fervorosa piedad-aseg.ura otro-, noté también que :era excepcionalmente devoto de la Santísima Virgen. Esta devoción iba en él aliada con el delicadísimo sentido de pureza. Recuerdo cómo era de ftna su caridad fraternal, pues bastaba que en recrea– ción, por ejemplo, se dijese algo que pudtera herir esta virtud, para .que él, delicadamente, llamase la atención a quienes a su parecer la herían, y si notaba que no se le hacía caso, disimuladamente se apar– taba de aquel grupo y entraba en conversación con otros. Siempre me llamó la atención su extraordinario amor a la pureza, de tal forma que también en esto bastaba la menor insinuación o la palabra más tnsígníficante que pudiera sugerir algo menos puro, para que in– mediatamente o replicase en modo adecuado, o se apartase también de quienes. cometían esas ligerezas .» Un espíritu muy sencillo, sin malicia alguna, un carácter muy :alegre; en los recreos siempre sonaba su sonrisa franca e infantil; un gran amor a la Virgen en su Inmaculada Concepción; su gran amor a la enseñanza. iPude apreciar esto también años después, -cuando le visité en Gijón, donde estaba entonces ·destinado. Parecía .como si sacado del Colegio de El Pardo estuviera fuera de su ele– mento. Asi habla otro seglar que trató intímamente al siervo de Dios. El padre Gregorio se distinguió siempre por su piedad y vida de– vota y de O'bservancia regular, no obstante la poca salud que con frecuencia disfrutó. Fué muy delicado de conciencta en materia de pureza, hasta llegar a ruborizarse cuando en la conversación se sus- 123

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