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_penetrante, voz llena y sonora, fuego en la dicción, aspecto peniten– te vida devota y austera, costumbres ejemplares, nobleza de senti– mientos, caridad ardiente, verdadero celo, porte exterior ordenado y modesto, buena preparación científica. He ahí los rasgos carac– terísticos más notables del padre Armellada. «Reltgioso Capuchino el padre Ildefonso, le traté varias veces .cuando él predicaba misiones por estos contornos, dándome cuenta que nevaba la au..stera vida Capuchina con verdadero espiritu reli– gioso. En cierta ocasión fui a visitarle al convento de León; me recibió con gran amahi.lidad, me llevó a la huerta y me enseñó el lavadero donde lavaba su propia ropa, lo que me sirvió de gran edi– ncación. Daba una misión en Matalengua y le esperaban para dar también otra en determinado pueblo. Le dije yo que no fuera, por– que podian recibirle a estacazos. Respondió él: eMe sentirla muy feliz si me recibieran a palos., El padre Ddefonso estaba haciendo oración mental, y así permaneció imperturbable. Cuando fué a dar una misión a la parroquia de Ferr.eras, en donde era párroco su tío Juan, las ancianitas que le habian conocido de niño, salieron a reci– birle y se lanzaban a besarle, recibiéndolas él con una bondad que edificaba.» (Presbítero Agapito Martinez Pérez.) «Varias veces estuvo en nuestro pueblo, y dió dos misiones con un entusiasmo y fervor tan grandes, que todos lloraban; y alguno que otro, que no iba a la iglesia, se fué él a su casa y por delante los llevó al templo, no quedando nadie sin confesarse., (Felisa Pé– rez Arias.) IV Otra vez guardián.-Vicario y consejero.- En Gijón.– Vocación de mártir. Sentía el padre Ildefonso verdadero pánico para desempeñar oficios que llevaban consigo autoridad y seria responsabilidad; huía de ellos cuanto, sin faltar a la obediencia, le era posible. Pero preci– samente porque no tenía apetito desordenado de mando, le perse– guían los ca-rgos. De hecho, el afio de 1928 fué elegido guardián del convento de El Pardo, carga en realidad gravosa, porque debía pen– sar no sólo en los religiosos de la comunidad, sino también en los jóvenes seminatistas, al menos en lo referente a la parte económica. Sabemos con certeza que durante el trienio presentó la renuncia de la guardiania a los Superiores mayores, que no la aceptaron, y en su puesto tuvo que permanecer resignado hasta el afio de 1931, en 109

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