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SlGUlllN LAS SBISIONlliS 59 "Solo este sitio de la misión fué donado a los misioneros seria y formalmente por la familia propietaria de este lugar, que vienen a ser como ocho hectáreas, con la idea piadosa de que era necesario a los misioneros tener con que vivir pa– ra que los atendieran en lo espiritual". Cuando Chile se hizo cargo de la Isla y puso su soberanía sobre ella, con gran placer y agrado de los isleños, los extran– jeros que allí estuvieron negociando en crianza de animales debieron presentar documentos que constataran sus propie– dades sobre algún terreno de la isla; si son falsos o verdade– ros esos documentos, no sabría decir, pero sí puede decir– se que en poder de los pascueneses no se encuentran docu– mentos sino de lo contrario, como hice ver en mi anterior obra titulada "Los Misterios de la Isla de Pascua": Documentos estos que, guardan como uno de tantos se– cretos que celan como si fueran la mejor defensa contra los atropellos de los extranjeros; el secreto, para los isleños, es un sacramento que no se puede confiar sino a aquel en quien tienen plena confianza de que hará uso de ellos en su propia defensa. Por eso después de vivir con ellos cerca de un año tratando de familiarizarme dándoles a conocer mi rectitud y el interés que por ellos me tomaba en su bienestar y defensa, entonces pude conseguir esos documentos que señalo y copio íntegros en su idioma, traducidos al nuestro, en el trabajo mío ante– riormente indicado. Más si es cierto que Chile algo compró, a los extranjeros que antes de su soberanía estaban negociando ahí; y que esas compras se hicieran basándose en los documentos de contratos de compra-venta efectuados entre isleños y nego– ciantes, como consta de documentos que se hallan en las ofi– cinas fiscales de Tahití y otras; ¿será cierto que la actual sociedad explotadora de la isla es poseedora legítima de lo que Chile compró antes?
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