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50 R!ENVElNIDO DE ESTELLA Comprendí al instante por qué motivo condenaba los nu– merosos hijos y agregué sin demora: -No, bueno, bueno; cuantos mas hijos mejor; es señal de buena vida en los padres. Y así me extendí un poco en instruir a la dicha kanaka que el fin me dijo: -Comprendo lo acertado que me habla Ud. pero aquí todos condenábamos éso por lo mismo que nos han con– tado los extranjeros ingleses y franceses "que en Europa tienen uno o dos hijos y no más porque así se les cuida me– jor y alcanza el pan ... ¿Qué tal la lecc:ón, no es antimoral y altamente antipa– triótica? ¿Y reza esto con la sana civilización... ? Otro botón verde para muestra. - Señor, dice una kanakita a un extranjero que en la is– la estaba, he sabido que usted es casado y tiene su mujer en el continente, ¿por qué no la trajo? dicen que es muy lin– da, queremos verla. -No vivo con ella, estamos peleados y no quiero estar mas con ella. - Eso es malo agrega la kanakita, perdónela y vivan juntos . - No, repite el extranjero civilizador, no es malo eso: es cosa corriente entre los civilizados europeos que cuando los casados se cansan, el uno del otro consorte, se buscan otra compañera y en paz. ¿Qué tal el maestro? Y un amigo de este fulano decía con flema inglesa: -Yo vivo con una kanakita ~ qué? si le salen hijos, ella los cuidará . . . Dicho está de paso que le salieron. Y por desgracia son como cuatro los hijos que tiene; y mal– dito el cuidado que se toma por ellos. Están repart idos en distintas casas.

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