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46 lHENVEINIDO DEl ESTE.LtA trato, a todos los pascuenses, hombres y mujeres, VIeJOS y jóvenes, niños y niñas . .. vayamos todos al campo y allí, de– lante de todos te entregaré el sitio de mi terreno. Bornier a pesar de toda su sagacidad, no calculó·la rechi– fla que le esperaba y cayó en el garlito. - Muy bien, contestóle al kanaka; el día que tu quieras iremos al campo con la gente que te parezca; mejor que to– dos sean testigos de nuestro contrato. Matahikuku había ya comunicado a todos los pascuenses su idea de una venta simulacro para hacer desistir a Bornier en sus deseos de comprar terrenos de la isla. Todos unáni– memente celebraron su sagaz ocurrencia y se prestaron para ser testigos de tan cómico contrato. Llegó el día: todos los isleños fueron, según cita, a la parte llamada Han-ngatetenga propiedad del protagonista kanaka. Bomier llegó de los últimos y ya la gente le esperaba impa– ciente, deseosa de ver pronto el resultado de esta comedia. Sin bajarse del caballo que montaba, entregó la camisa al supuesto vendedor del terreno, quien le dice con toda cal– ma y sin preámbulos: -Aquí está tu terreno que te vendo por una simple camisa y todos son testigos de esto. Al pronunciar esas palabras le señalaba con la mano gi– rándola al aire de derecha a izquierda y dando vuelta a su cuerpo como para formar en el suelo una línea en figura ova– lada e indicándole así la parte pequeña de terreno que le ven– día. Bomier, al momento no comprendía la jugarreta que se le hacía; pero al observar que todos se ríen con sarcarmo y al ver en el suelo un trazado de piedras en forma ovalada en el mismo sitio que le señalaba con la mano su engañador contratista, se enfurece y da resoplidos de ira; y creyendo amedrentar a Matahikuku y hacerle cambiar de actitud,
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