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44 BIFJNVENIDO .QI!l ESTI!JLLA sencilla y menos vafiente y que aquellos eran los que provo– caban con mas frecuencia las peleas y guerras; y si entre ellos había alguno que no quería pelear, lo perseguían a muerte si no se refugiaba en sitio seguro. De esos fugitivos se formó otra tribu en las proximidades de las otras tribus más pacíficas. Además , ¿qué significa la tradición de la singular langosta diablo que cuando la pescaron las tribus pacíficas no convi– daron a las tribus gigantes y brujas, por lo cual éstos indig– nados no quisieron en adelante llevar las estatuas a sus des– tillOS? -"Desde entonces, dicen con candor admirable los pas– cuenses, los brujos no hicieron andar a la,s estatuas y las que andaban quedaron en el camino por mandato de los brujos". No nos queda de este asunto, más que lo que se ha podido ver, oir y palpar de 70 años a esta parte, y siempre nos que– damos en el misterio. Es de lamentar que los invasores y otros viajeros que han estado en la isla 100 años atrás, no hayan tratado con más interés el asunto y no hayan acertado a simpatizar más y familiarizarse, con sus contemporáneos is– leños para poder sacarles tradiciones más exactas y frescas en asunto de tanta importancia. Más bü;n el rastrero interés parece los llevó a la isla, y el mezquino eg'"'ismo se sobrepuso a la ciencia. LA CAMISA Y LA PAYASADA No estaba todavía la isla, bajo el protectorado de Chile. Ni los reyes kanakas-rapanui habían cesado en su poderío y gloria. Sí, que los aventureros y torpes comerciantes, ha– bían profanado con su planta egoísta el suelo feraz de los sen– cillos y hospitalarios isleños. Más, los pascuenses con su genio perspicaz, no tardaron

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