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4 8ll!lNVlllN11)0 Olll liJST~LLA vado a veces a extremos viciosos. Su individualismo étnico les hace temer no poco el juicio laudatorio de los demás, y espantarse demasiado del ridículo; y he aquí cómo por un defecto de carácter muy pronunciado en la raza, y por una virtud cristiana que tratamos de poseer como hombres de fé, nos resistimos a publicar lo que hacemos, aunque algunos no crean digno de memoria: creemos que el mundo va a reir desdeñoso como quien dice: bien ... y qué ... : y es cosa probada que los desdenes nos hacen mal en lo más íntimo de nuestro ser. He aquí, el mérito personal del P. Bienvenido al publicar sus impresiones de viaje : ha desafiado esas sonrisas que in– dudablemente se han dibujado en el papel cuando escribía y ha vencido la repugnancia instintiva al ¿qué dirán? contán– donos lo que ha visto, lo que ha hecho y lo que ha sufrido: relata unas cosas peregrinas, y otras triviales, pero todas sa– turadas de amor a su trabajo, de cariño por sus Kanakas y de un desinterés tan visible que bien podemos desenteni:ier– nos de la sonrisa desdeñosa de algunos lectores y aplaudir la iniciativa del Misionero aceptando su santo propósito de hacer bien a los pascuenses, de cerca y de lejos, con la pala– bra y con la obra, abogando por ellos ante amigos y enemigos. Esto es lo que se ve en todas las páginas del librito que ofre– cemos al público. Van, también, en él abundantes palabras y frases he– chas tomadas de labios de los mismos Kanakas, y que ser– virán indudablemente, para enriquecer los estudios compa– rativos, etnológicos y filológicos, que tanta luz aportan so– bre la historia de los pueblos, como el de Rapanui, cuyo origen se pierde en el tiempo pasado, pero cuyo fin, desgra– ciadamente, puede verse a corto plazo, sino hay corazones cristianos que se apasionen por los Kanakas, y se sacrifiquen por salvar su alma y su raza. El P. Bienvenido hizo, también, el censo de la población
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