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38 Bll!lNVlllNIDO DE ESTl!lLLA curanto, en agradecimiento; y si no lo hacía se enfermeba el niño otra vez o se moría como castigo. Pero al suponer que los pascuenses siempre han reconocido al sel' supremo de una manera tan clara y detallada, no nie– go que tuvieran a la vez, sus ideas y aún ciertas prácticas de carácter idolátrico. El sabeismo por ejemplo, o culto al sol, la luna, las estre– llas etc. . . . . no parecía tan ajeno a estas gentes, supuesto que algo les he sorprendido y algo entresaco de sus tradiciones. En la bandera o pabellón indígena que llaman "Reimiro" se vé claramente un signo que representa la media luna. En las calaveras de los reyes suelen grabar el mismo sig– no de la media luna para saber que son de reyes y no se con– fundan con otras, pues las veneran tanto que creen que el que las posee tiene siempre suerte En un canto del rey Maurata a quien recuerdan con ve– neración, hay frases que se dirigen a la luna con piedad mar– cada. Y en una treta diabólica y engañosa que una autoridad inescrupulosas, hacía con los sencillos kanakas, ponía como testigo para sus intentos, a la luna; sabia el bribón que le te– nían piedad y respeto Confirma mi aserto en esta materia el siguiente relato de uno de los primeros misioneros que llegaron a la isla en el año 1~64. dice así: "Los kanakas no conocen ni lectura ni escritura, sin em– bargo cuentan con mucha facilidad y tienen palabras para representar todos los números. Su medida de tiempo es un año lunar. Pero en esto su memoria se debilita y no están de acuerdo acerca del número de las lunas. Cosa digna de notarse, estos salvajes manifiestan gran interés en lo tocante a estas cues– tiones. Cuando yo hablaba de los meses, del salir del sol, etc. . . . tod~ se acercaban, todos, hasta los ancianos venían a to– mar asiento entre los discípulos".

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