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36 BIENVENIDO DE ESTELLA Ni los pascuenses presentan estatua alguna, chica ni gran– de, que le den nombre de divinidad. Todo se reduce a decir: "Mohai" =estatua; o "Toromiro" =estatua chica o grande de piedra o madera. Esas estatuas chicas las guardan alguno3, con cierto ca– riño, aunque no con mucho respeto; diríase qt1e son recuer– dos antiguos de familia. El mismo Sr. Gana, comandante del buque-escuela d~ gru– metes marinos, en su estudio de Pascua dice en la obra del Sr. Silva pág. 79. "Parece que en la isla de Pascua, antes de la llegada de los misioneros, los habitantes eran idólatras, pero no tenían ídolos ni culto .externo alguno". Entonces ¿dónde está esa idolatría? Y como hemos anotado antes, el primer misionero de la i3la, el hermano Eugenio, hablando de esas estatuas dice: ... "Estas estatuas deben ser ídolos, pero no he advertido que se les rinda ninguna especie de honor". Y con él digo yo, que en mi permanencia de 8 meses entre ellos y tratando de familiarizarme bastante y estudiar con harto interés el caso; ni rastro he podido descubrir de ado– ración u honor a tales estatuas: ni se encuentra vestigio al– guno en sus tradiciones que con tanta franqueza y familia– ridad me ha,n proporcionado. La facilidad con que se entregaron al culto católico indi– ca por demás que no les preocupaba en nada el culto de esas famosas estatuas. "La población de Pascua, dice el citado Sr. Gana, se ha convertido sin dificultad al cristianismo ... . . . Es esta una rara excepción en el sistema colonizador (?) especialmente en la raza polinesa, donde ha sido preciso el intercambio de un comercio activo para derramar en otras islas la civilización y las buenas costumbres. En Pascua ha contribuído mucho al sometimiento de los indios ·la circuns– tancia de haberlos hallado los misioneros sin creencias fa– náticas, ni sacerdotes que neutralizaran su acción.
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