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SEGUNDA CONFERENCIA 19 -¡Porque todas tienen sus maridos; son casadas y no deben separse el uno del otro! Pero el infame administrador no quedó conforme con la acertada y justa contestación del rey kanaka; antes se in– dignó más, y preparó su gente pertrechándola con toda clase de armas que disponía, como ser: rifles, sables, revólvers y cuchillos. Así prevenidos se presentan en "Hangaroa", lugar donde está el pueblo kanaka y los provoca, diciéndoles : -Ya no más rey ni guardianes, aquí mando yo! -Rey tendremos mientras vivamos en la isla, contestan a su vez ·los pascuenses; y guardianes para poner orden y guardar la moralidad y el honor de nuestras mujeres. Más indignado con esta contestación, el malvado admi– nistrador mandó en el acto a su gente hacer una descarga sobre los kanakas, diciendo a la vez: -Pues yo mataré a vuestro rey y a todos vosotros. Eran ocho los individuos que componían el grupo del ad– ministrador, todos bien armados. Los kanakas asistieron todos· a la refriega sin otras armas. que las piedras y su justicia. Las mujeres, niños y niñas es– taban en la iglesia pidiendo a Dios la protección y ayuda para los defensores de su honor. La pelea arreciaba y se iban a las manos los combatientes~ y con tal acierto de parte de los kanakas que dejaron en poco rato fuera de combate a tres de sus enemigos. A uno le al– canzó una piedra a la boca, rompiéndole varios dientes y transformándole los labios en hocico por la hinchazón pro– ducida; al segundo le rompieron la mano que sujetaba el rifle en el acto de apuntar; el tercero que era el mismo ad– ministrador, quedó magullado por tanta piedra que llovió sobre su cuerpo pecador. Los valientes kanakas manejaban las piedras con más. acierto que sus enemigos los rifles, pues a ninguno hirieron.
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