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S<.OIINDO \•JAJE A (,A ISLA UE PASCUA 13 del rezo; o sea, de 8 a 10 y algunas veces, hasta las 11 de la noche ... ; el grupo de académicos se componía de tres a cin– co ancianos y dos o tres jóvenes kanakas que me servían de intérpretes y principales instructores. Quiero nombrarle a Juan Araki el kanaka más inteligente entre esos isleños, siendo inteligentes todos ellos. En el vocabulario y fraseo– ! ogía es donde más estudio poníamos, y a veces me propor– donaban ratos de placer al verlos y oírlos disputar entre sí sobre cómo debía pronunciarse tal o cual palabra, o como debía decirse tal o cual frase . . . Por fin todos convenían y yo anotaba en mis cuadernos: hubo casos en que nos costó una hora dilucidar una palabra o frase: y a veces dejábamos para otro día la discusión por si en la calma, durante el día, enmendaban o confirmaban la frase, y en la siguiente reu– nión se ponía sobre tapete y en el primer estudio de calma se terminaba con aprobación de todos. De ese modo fuí formando mi pequeño vocabulario y una breve fraseología. 5. o También me dió por traer a la gama o escala musical algunos cantos de los armónicos kanakas: en este trabajo he merecido el elogio del R. P. Tomás de Elduayer, en una carta contestación a otra mía que le mandé, juntamente con mis trabajos musicales. Esa carta está inserta en mi trabajo anterior: "Los Misterios de la Isla de Pascua". Diré a la vez que el R. P. José María de Calahorra puso acompañamiento a los dichos cantos kanakas y los estamos enseñando a un coro de niños para cantarlos en una confe– rencia que daré en el teatro nuestro de la Pía Unión de San Antonio. Dicho Padre quedó también prendado de estos cantos indígenas. 6. o Por encargo del señor Obispo Edwards instalé una ofi– cina Metereológica que tiene su historia algo chusca; me costó levantarla tres meses en lugar de 15 días como debía ser. El caso fué que no teníamos tablas ni madera... El año

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