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12 IliENVENlOO DE ESTELLA sidad y sin cercar, dando ocasión de este modo a una con– denada comunicación entre leprosos y sanos. En gran manera me llamó la atención, la resignación de esos pobres enfermos cuando les avisé que tenían que vivir en un terreno más reducido y más encerrados . . . "Taekú riva" =Muy bien, me dijeron al anunciarles ésto. Como son doce los que viven en la leprosería, el terreno de 12 hectáreas es demás para sus plantaciones y paseos . . . con salida al mar para poder pescar con anzuelo y trampas, pero sin usar bote porque es peligroso para escaparse del recinto al sitio prohibido, pues la vigilancia es escasa. 4. o A orillas del mar, junto a la playa de Hangaroa, tracé y formé una cancha de 350 metros de largo por 40 de ancho, para que los pascuenses tuvieran donde hacer sus carreras de caballos y otros juegos: la inauguramos el18 de Septiembre fiesta nacional de Chile. El Capataz de todos estos trabajos era yo mismo; y los jornaleros eran pagados por mis propias manos. Además de estos trabajos urbanos y agrícolas, tomé otros de historia y filología (?) como después verá en mi humilde trabajo, ti– tulado: "LOS MISTERIOS DE LA ISLA DE PASCUA" Hete aquí metido a su at:ltiguo condiscípulo en los laberin– tos y misterios de una raza que se muere y pierde su pasado en las lejanías de una insegura tradición . . .. ; pero adelante, me dije, otros, sin familia1 izarse con estas gentes, han es– crito sus impresiones momentáneas y han dado su opinión; yo sin opinar escribiré lo que vea y me cuenten en la familia· ridad estos kanakas de Rapanui. Con esta resolución comencé mi trabajo y tan bien me iba que lo tomé algo en serio; y teníamos nuestras reuniones histórico-literarias, todos los días después del trabajo y

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