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Rlllli\VENIDO D.lil E!!1'10LLA naturales cantaban y rezaban como acostumbran; por la tarde, ya obscuro, el rosario, cantos, instrucción catequística y plástica: así todos los días sin excepción; en los domingos, la función de la tarde era más solemne. NUESTRA VIDA ORDINARIA Después de desocupamos de nuestras obligaciones espi– rituales y atender en las misas a la gente piadosa o de la co– munión diaria, nos entregábamos a los asuntos de fuera o sea a la instrucción en toda forma, a hombres y mujeres, niños y niñas. Mi compañero el P. Domingo tenía la ocupación de dar clase de religión a los niños de ambos sexos, en la escuela; y a veces suplía a la preceptora en todas las clases por moti– vos razonables. Yo me las entendía con la gente grande. Los trabajos que inicié al momento de llegar a la isla fueron los siguientes: l. o Arreglo de la casa misión y su quinta . .. Estos trabajos los efectuaron un grupo de carpinteros kanakas que trabajan a maravilla: y es de advertir que en el arreglo de la quinta les ayudaba un grupo de mujeres tan trabajadoras o más que los mismos hombres. 2. o Formación de una calle-avenida, que comienza en la playa y acaba en la misión en línea recta; es larga, de unos 500 metros; la anchura de 20 metros, con dos veredas (ace– ras) de dos metros cada una, bien elevadas del centro de la calle con el fin de que al llover, que sucede con frecuencia, no entre el agua en ellas, pues el centro de la avenida está en forma de lomo y tiene cunetas simuladas a los lados, bajo las aceras por donde corre el agua. Antes el agua corría por el centro de un camino ancho y tortuoso, incómodo y feo aun en tiempo seco; ahora ese mal camino está tan trasforma– do, que los mismos kanakas quedaron admirados y felices
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