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SEGUNDO VJAJ!ll A LA ISLA Dlll PASOUA 9 tante, todos quieren abrir los cajones y ver su contenido con la esperanza de que luego les voy a repartir todo. Pero yo no llevaba la intención de darles las cosas como otros años; quería enseñarles el comercio aunque fuera en pequeña escala y prácticamente, para obligarles a trabajar; y así, les dije desde luego: "Mirad todas las cosas que traigo· son para dároslas poco a poco, en premio del trabajo que vais a hacer en el tiem– po que estaré entre vosotros". " Todo lo voy a guardar yo; y no temais que la autoridad de nada dispondrá. Esto creí oportuno decirlo porque éllos no confían en las autoridades que siempre han sido con ellos avaras y sin justicia, al repartir lo que se les mandaba de caridad. Al explicarles en qué forma les iba a repartir las cosas que les llevaba, todos quedaron conformes y nos pusimos de acuerdo para los trabajos que debíamos hacer. Desde luego, los animé al trabajo abriendo una tienda con todas las cosas que llevé y para enseñarles desde el mo– mento a apreciar la plata cuyo valor antes no conocían, les hice un regalo como pago del transporte de los bultos de la playa a la misión, y les dije; "Ahora id con esta plata a comprar a la tienda lo que más os guste o necesiteis; y si .no os alcanza la plata para muchas cosas, con el trabajo diario, haceis acopio de plata y seguireis comprando, porque la tienda queda abierta para siempre. He de advertir que encargué la tienda a un distinguido agri– cultor que el año pasado llevamos del continente para ense– ñar las labores agrícolas a los pascuenses, quienes le tomaron cariño y por eso no tenían desconfianza en el. Como a los tres días de llegados a la isla comenzamos los trabajos agrícolas y urbanos sin descuidar como es de suponer los asuntos religiosos y morales ... Todos los días decíamos las dos misas en las cuales los

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