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78 J3II!lNVlllNID0 DE .lliSTillLLA Lo mismo ocurre con los instrumentos musicales: tienen una facilidad asombrosa para manejarlos a la perfección. Al ir a la Isla, llevé un armonio y traté de enseñar a tocarlo a la persona que fuera más apta. Todos a porfía querían apren– der y varios daban pronto con la armonía. Determiné, enton– ces, que fueran dos no más los que debían dedicarse a apren– der. En un mes ya tocaban dos discípulas varias piezas, aunque al oído, sin notas, pudiendo decir que en nada desafinaban, aunque lo hacían con un acompañamiento a su modo. Los cantos que siguen son los que he podido arreglar como muestra del arte que poseen los pascuenses en este ramo. El acompañamiento es del padre capuchino R. P. José María de Calahorra, misionero en Chile. Véanse las láminas l, 2, 3 y 4. P. BIENVENIDO DE ESTELLA, Capuchino.

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