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72 BllllNVlllNTOO DE ESTIIlLLA gran número, que en una noche un buen cazador llegaba a co– ger cientos y cientos, si hallaba la cueva donde anidaban. El cazador debía velar cercano a la cueva-madriguera; los kióe salían a comer entrada la noche, y se esparcían en bus– ca de alimento. Entonces ponía en práctica su certera puntería el vigilante cazador: su arma era la piedra. Dependía pues de su buena puntería el coger en poco tiem– po la cantidad deseada de esos ratones-moneda. D:bía tratar a la vez de no dejar entrar a la cueva a los acosados ratones que, al verse perseguidos, procuraban defenderse escondiéndose en su madriguera. Resultaba que el que teníamás gracia en el arte de cazar po– día constituirse en el mayor capitalista y tener mayores y me– jores plantaciones. 16) . El contrato comercial. Es un buen cazador de ratones el que desea hacer plantacio– nes de camotes, ñama, tí, plátanos, etc., etc.; se busca el me– jor agricultor, el que tienemásgracia en plantar y sembrar que en cazar, y, como tiene fuertes deseos de comer la fina carne del kióe, conviene en el ventajoso contrato que el buen cazador le propone. Puedenser cien o doscientos los ratones estipulados según convenio: el pago puede hacerse por días o por contrata; generalmente era por días. El cazador al instante se aprovecha de su destreza y, arma– do de una cantidad de piedras chicas, se pone al acecho ape– nas entra la noche. Si las piedras preparadas de antemano se le acaban, no hay que apurarse, porque el suelo de la isla está como sembrado de piedras de todo tamaño. Si ha tenido la suerte de cazar en pocas horas la cantidad su-

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