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2 BlENVBNIDO DB BSTBLLA En estas mismas dificultades estaba envuelto yo al querer hacer algo de historia sobre esa isla; pero me ocurrió una idea que, puesta en práctica, dió excelentes resultados. No pretendo decir que estoy en lo netamente histórico de mis relatos; pero podré decir que, si algur.o de los que han hecho historia de la isla, dice menos mentiras, será el que ten– ga más notas de fidelidad y confianza para con los kanakas · pascuenses; y, sin caer en tonta presunción, me atrevo a de– cir que en nadie pued~n tener más confianza los sin civilizar que en el sacerdote misionero. Confiado, pues, en esta fe de mis kanakas pascuenses, puse en práctica mi idea; y ellos, al ver que la cosa iba con serie– dad, se interesaron en ayudarme. Pensé para mí : si pregunto a uno y a otro por separado, me pueden dar relación incompleta o falsa; será mejor reunir unos cuantos de los más entendidos y en todo lo que relaten, que se confirme por todos o se discuta hasta que convengan en lo más cierto y verídico. Así lo hice: todas las noches de 8 a 11 tení.amos nuestras reuniones histórico-científicas y tengo que decir en honor de los pascuenses que todos querían a porfía contribuir con sus notas y relatos; ahí venían las discusiones. .. «Que me place, decía pa:r:_a mis,adent,ros, de la discusión saldrá algo ,bueno». Por fin convenían y yo escribía: y es de notar que con frecuen– cia me advertían diciendo: «Escriba bien, padre; que nada sea falso». . . y aún me pedían les leyera lo que acababa de escribir para asegurarse si les entendía bien o me confundía. «Así está bueno», susurraban cornplacient~s, al enterarse que traducía fielmente sus pensamientos y relatos. -He sabido que está haciendo Ud. un trabajo de historias y cuentos de la isla, me dice el caballero antes citado. - Sí, me ocurrió h-acerlo así para sondear algo los miste– rios de esta isla de los kanakas tan simpáticos.

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