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BlSTORIETAS Y CUENTOS 61 santo de la isla para que fuera intermediario entre el pueblo y Dios e hiciera los holocaustos y funciones religiosas. Después, como los pascuenses fueron aumentando y formando tribus, los Maon·s se multiplicaron a la vez y ya no era el rey quien elegía los sacerdotes, sino que éstQs mismos iban preparando a los jóvenes que estaban bajo su custodia y veían ser los me– jores. Una vez constituído el sacerdocio por indicación del rey alu– dido, él mismo dió facultad a todos los kanakas para ocupar al Maori el día que creyeran oportuno hacer un holocausto, Tu– tía. De suerte que cualquier particular que deseaba ofrecer a Dios un sacrificio y practicar un acto de religiosidad en su pro– pia casa, no tenía más que llamar al Maori para ejercer su fun– ción. El día señalado por el que anunciaba la fiesta religiosa, el Maori se presentaba bien temprano en la casa del festejan– te. Llevaba para el caso un palo santo llamado Kohou con es~rituras u oraciones religiosas; por las dos caras planas, pues el dicho palo santo era una tabla alta y gruesa como el palo cen– tral de una cruz aplanada. El Kohou era plantado delante de la casa, adornado de arriba abajo conguirnaldas de plumas, las más bonitas que ha– llaban entre los diversos pájaros acuáticos que en los islotes ha– bitan; y aun con plumas de gallos y gallinas, si las encontraban vistosas, solían hacer las guirnaldas y coronas con que adorna– ban el palo santo. Era la hora de comenzar el acto religioso : la gente citada a la fiesta Tutía había acudido en masa, llena de piedad. El hijo mayor de la casa se dirige hacia el sagrado Kohou yendo adornado de una especie de collar, sagrado también, que le cae por delante a modo de escapulario; este adorno es fabri– cado con pelo de mujer en forma de trenza y de él pende una bola de madera con forma de pera.

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