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60 Bll!INVJIINIDO DE ESTJIILT,A Algo especial tiene, anda con trampa; miremos bien todos cuan– do saca el pez para ver qué pone . ... Pero nada ven porque al sacar el pescado y desligarlo del an– zuelo lo hace de modo que, volviendo la espalda, nada vean sus recelosos amigos. Más curiosos, por este modo de obrar, convienen todos en acercársele con disimulo para, al sacar el anzuelo con su presa, echarse sobre él, cogerle con sus propias manos el pez; ytasí cu– riosear y palpar, de lleno, elmisterio que les ocultaba. Así lo ha– cen y con acierto; el hábil pescador quiso capear el quite pero no pudo, fueron más ligeros los otros. Korúa! te rou te rito-rito .... ¡Caramba! ¡qué anzuelo tan blanco! Con esto quedó el misterio en poder de todos los indígenas y en adelante ya no usaron el anzuelo de piedra; estuvo de mo· da el de hueso, y con mejores resultados que el de piedra. 11). Tutia o antiguos sacrificios. Maori. Tenía este nompre el que se dedicaba al ministe– rio espiritual y moral de la isla; era una especie de sacerdote, querido y respetado más que el mismo rey. Aun ahora se nota ese respeto en el que hace las veces de mmistro de Dios. Es un kanaka que por encargo del señor Obispo hace las reu· niones y funciones religiosas. Todos los isleños le tienen alta& consideraciones; es el consejero de todos, el que sostiene las moral y la piedad con aprobación de todos los kanakas. Los antiguos Maoris o sacerdotes, vivían separados del pueblo en una gran casa convertida en un semi- colegio o se· mi-convento, pues instruían a los jóvenes de ambos sexos, te· niéndoles bajo su custodia largo tiempo. El rey, no se sabe. s~ nombre, elegía al kanaka más recto y

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